Hellabrunn es uno de los destinos más populares del área de Múnich. Nuestra autora acompañó por el recinto al director del zoológico y aprendió que en un zoológico no todo gira en torno a los animales.
Amo a los animales, desde siempre. Los animales me conmueven de una manera que pocas personas consiguen. Y esto se debe a que los animales no demuestran maldad ni crueldad, todo lo que hacen es por algo: son los seres más honestos que existen. Además, los animales suelen ser bastante graciosos. Los peces, por ejemplo, se divierten persiguiéndose, juegan al pilla-pilla y se esconden en la arena o debajo de las rocas.
Creo que no es posible observar a los animales y sentir mal genio o incluso aburrimiento.
De niña tuve un periquito (Maxi), y más tarde un perro boyero de Berna (Kyra), y los quise con adoración. Pensaba comprarme tantas mascotas como pudiera meter en mi piso cuando fuera mayor. Por desgracia, a día de hoy ya no tengo mascotas. Viajo mucho y vivo en un ático. Aunque tengo un abono anual para ir al zoológico. Ningún otro lugar de Múnich me gusta tanto como Hellabrunn.
Intento ir al zoológico al menos una vez al mes. Cuando me dirijo del aparcamiento hacia la entrada de los flamencos me emociono tanto como los niños que saltan sobre el asfalto delante de mí de la mano de sus padres. Me parece fascinante que tantos animales diferentes vivan en un solo espacio ubicado casi en el centro de la ciudad. Me entusiasma saber que en pocos minutos voy a disfrutar como visitante de ver jirafas, serpientes venenosas y aves rapaces.
Mi recorrido por Hellabrunn siempre es el mismo: lo primero que hago es visitar a los chimpancés en el habitáculo selvático. Luego me dirijo a donde están las víboras y cobras, después veo el acuario, me compro una crep de chocolate fuera y me siento a comerla junto a los orangutanes. Creo que resulta imposible observar animales y estar de mal humor o incluso aburrirse.
Hoy, en un soleado día de otoño, he quedado con el director del zoológico. Estamos frente al recinto de los lémures de cola anillada. Hace tiempo que conozco esta especie de lémures y sus movimientos felinos. El lémur de cola anillada es originario de Madagascar. Se acaba de despertar. Como a cámara lenta, el animal de ojos amarillos y cola rayada se mueve a lo largo de la copa del árbol mientras al director del zoológico le brillan los ojos. "¡Ahí! ¡Mire!", dice señalando al lémur con el dedo índice. El lémur acaba de abrir los brazos y estirarse lascivamente hacia el sol. Algunos visitantes están frente al recinto de los lémures de cola anillada mirando hacia arriba y riéndose con el lémur. Parece que tanto este como los visitantes están disfrutando de los rayos del sol.
A decir verdad, hoy quería trabajar entre bastidores como cuidadora del zoológico, mi trabajo soñado en secreto. Aunque, como es de imaginar, no es un trabajo tan fácil. Y en realidad me parece bien que sea así. Creo que en Hellabrunn se toman muy en serio el bienestar de sus residentes. Al fin y al cabo, tampoco me gustaría que cualquier desconocido se pasara por mi sala de estar a acariciarme la cabeza.
El día en que el lémur de cola anillada disfruta estirado del sol, hago un recorrido exclusivo por el recinto con el director de Hellabrunn. Rasem Baban, de 52 años, es el responsable del zoológico de Múnich desde 2014. Antes de asumir la dirección fue subdirector del zoológico de Leipzig, y eso que proviene de otra rama profesional. "No estudié biología, como la mayoría de mis compañeros", dice. "En realidad soy arquitecto".
... e inmediatamente puedes decir adiós a la ingenua idea de que el director de un zoológico se acurruca con bebés monos todo el día con una camisa hawaiana.
Baban ha trabajado incluso como consultor empresarial. Estos conocimientos profesionales son en la actualidad muy útiles para el director del zoológico. En los últimos años se han hecho muchas obras en Hellabrunn: se han rediseñado y renovado recintos enteros.
Como la casa de los elefantes, diseñada en 1914 por el arquitecto muniquense Emanuel von Seidl y que fue el símbolo de Hellabrunn durante mucho tiempo. Pero había un problema: el material del edificio se vio afectado por los vapores de la orina de los elefantes, que contienen amoníaco, hasta que una parte del techo se derrumbó inesperadamente en 2010. "Fue un milagro, porque a los elefantes no les pasó nada", dice Baban, mostrando alivio. Después de que los animales fueran trasladados a otro espacio y se adoptara una serie de medidas de seguridad, así como un nuevo concepto de diseño, se inauguró en 2016 la nueva casa para los elefantes. El coste del proyecto fue de 22 millones de euros. Nos detenemos en la plataforma del edificio y contemplamos desde arriba la piscina de baño de los animales.
Hoy todos los elefantes están fuera. Recuerdo que cuando era pequeña, en el zoológico de Stuttgart, el Wilhelma, me dejaban darles cacahuetes a los elefantes. Ahora sería algo impensable. Proteger a los animales de los visitantes (y viceversa) es una prioridad en los zoológicos alemanes. Pero no solo eso: "Mi trabajo también tiene que ver con una administración saludable", dice Baban, es decir, que te puedes olvidar de inmediato de la ingenua idea de que un director de zoológico se pasa el día dando mimos a los monos bebés con una camisa hawaiana.
El zoológico es una gran empresa. Baban no solo tiene que gestionar a alrededor de 220 empleados, dar cuenta de unas cifras de negocio anuales de alrededor de 16 millones de euros y garantizar la seguridad de 2,5 millones de visitantes, sino que, sobre todo, tiene que ofrecerles un hogar a los animales, y hacerlo de la manera más adecuada para cada especie. No es una tarea fácil. En la actualidad los zoológicos suelen ser criticados dura y constantemente por los animalistas.
Baban no es un gerente frío que sólo mira los números - tiene un corazón para los animales.
Aunque estoy bastante segura de que los animales de Hellabrunn se sienten muy cómodos en su hogar. El majestuoso león que descansa en el césped, los simpáticos pingüinos de Humboldt que se tiran al agua tomando impulso, el canguro gigante rojo en su recinto... todos muestran un semblante relajado. Rasem Baban, casado y con tres hijos mayores de edad, vive con su familia en medio del área zoológica. "Mis hijos tienen casi cien mascotas", dice, y se ríe. Baban no es un gerente distante al que solo le interesan los números; se percibe el amor que siente por los animales. Basta ver el entusiasmo que demuestra no solo con los lémures, sino con cada nuevo recinto que hemos visitado en el día de hoy.
Continuamos andando hasta donde se encuentran los osos polares. Estos también están tumbados al sol y parecen haber aceptado con gusto su nuevo hogar. El recinto del mundo polar fue rediseñado en su totalidad en 2010. Resulta especialmente interesante el hecho de que el recinto de los osos polares no esté delimitado en la parte posterior por cercas, sino por una gran zanja cubierta de vegetación. A los visitantes les da la impresión de que los osos polares pueden abandonar su recinto en cualquier momento. "Obviamente les resulta imposible", dice Rasem Baban. "Aunque para nosotros también es importante que la barrera sea lo más natural posible para los animales".
El recinto del mundo polar es un buen ejemplo del concepto probado del geozoo. El geozoo es una antigua invención muniquense de 1928 que desde entonces ha sido implementada en muchos zoológicos de renombre a lo largo de todo el mundo. “Geozoo“ significa que los animales en Hellabrunn no están seleccionados por especies, sino que están agrupados por continentes.
"Algunos niños ni siquiera recuerdan cómo es un gallo".
Además de osos polares, en el recinto del mundo polar también viven pingüinos y focas. Incluso la gastronomía está relacionada con cada ambiente. En el mundo polar se sirven bocadillos de arenque marinado o en salmuera y fish and chips. También hay un mundo selvático, una estepa mongola y un recinto dedicado a América del Sur. El último mundo temático que se incorporó en Hellabrunn fue Mühlendorf.
Se inauguró en el verano de 2018 y, con alrededor de 20 000 metros cuadrados, es una especie de zoológico dentro del zoológico. "La intención en Mühlendorf es acercar a los visitantes nuevamente a las especies de animales autóctonas", dice Rasem Baban. "Algunos niños ni siquiera saben cómo es un gallo". Hay animales en Mühlendorf que también habitan en Alemania: como gallinas, vacas, cerdos y cabras. Puede parecer aburrido para los aficionados a los animales exóticos, pero no es así. Incluso hay una estación de cría de truchas en los edificios de madera de Mühlendorf.
Estoy maravillada, más ahora que me acabo de sacar la licencia de pesca y prácticamente no he hecho otra cosa desde entonces que aprender de peces. Me comentan que las truchas que nacen de los huevos en Hellabrunn son liberadas más tarde en el rio Isar. Tal vez algún día terminen en mi plato, pienso.
Mühlendorf también es hogar de tres pequeños kunekunes, una raza de cerdo endémica de Nueva Zelanda. Puesto que apenas quedan razas antiguas de cerdos alemanes, el zoológico se ha enfocado más hacia estas otras mascotas. Parece que los cerdos llevaran una peluca. La biodiversidad nacional tiene prioridad en Mühlendorf. "No solo los animales exóticos están en riesgo de extinción, sino también ciertas especies autóctonas", dice Rasem Baban. "Consideramos que es nuestra responsabilidad proteger a estos animales".
"No sólo los animales exóticos están parcialmente amenazados de extinción, sino también ciertas especies nativas".
Encontré un par de serpientes de collar jóvenes en una caja de cristal, y una salamandra de fuego. Estos animales también son algo que me fascina. Lo reconozco: en los zoológicos siempre he visto tigres y leones, pero nunca había visto una salamandra. Y las pequeñas serpientes de collar, que serpentean en su caja de cristal cubierta de musgo, están mucho más activas que, por ejemplo, la serpiente verde o la cobra de bosque, que por lo general suelen permanecer inmóviles en las ramas.
¿Tiene el director del zoológico algún animal favorito? "No, en realidad no", dice Rasem Baban y se ríe. "Me gustan todos por igual", dice, y le creo. Al fin y al cabo, a mí me pasa lo mismo.
